-¿Cuanto cuesta el Sahne-nuss?-le pregunté a la niña de unos dieciséis años de edad que atendía el pequeño almacén tras el mostrador a la vez que apuntaba el pequeño chocolate con mi dedo índice y miraba de reojo la linda silueta que dibujaba su contorno en la tibia atmósfera -cien pesos- me respondió con una coqueta sonrisa y eso fue suficiente para querer asesinarla, ¿qué me detuvo?....quizás en ese momento prefería comer chocolate.
...Hoy no compré ningún tipo de chocolate o golosina alguna, no hubo nadie detrás del mostrador ofreciendo una sonrisa, lo cual no quitó la sensación en mis manos de querer ensuciarme las ideas, de querer apretar los dientes bajo una mueca de alegría, de querer sentir el tibio sudor rojizo en mis brazos corriendo y goteando por mis dedos para al fin caer en el coagulante piso.......
No hay comentarios:
Publicar un comentario