martes, septiembre 06, 2011

Dicen que siempre hay una primera vez para todo


¿Dicen que siempre hay una primera vez para todo no? bueno, esa era la primera vez que tomaba alcohol de cualquier tipo, se que soy una vieja, no tanto pero vieja, y todas las otras profesoras con las que siempre salgo llevan muchas historias de licor en el cuerpo pero yo era la única que no había tomado nunca, suena tonto pero creo que simplemente una cosa lleva a la otra, a veces somos tan flojos o tontos que dejamos pasar aspectos de la vida que quizás puedan ser muy vanos pero que en ciertos momentos, como a los cuarenta y tantos años, notas que algo tan simple se podría volver importante, por lo menos socialmente, en fin, me curé, me borré o como le digan, estaba borracha y otra cosa que no había hecho nunca comenzó a patearme por dentro, las hormonas, si las hormonas, y se que no era la menopausia, no, era una especie de calentura que me quemaba el entrepierna, si, aparte de no haber bebido nunca, tampoco había tenido relaciones sexuales, y ahora en mi mente hasta mi vocabulario mutaba ahogado en alcohol, solo pensaba en follar, pero el tiempo fue cruel y aunque en mas de algún momento tuve oportunidades en la adolescencia, eso ya paso, no lo hice y no creo que lo haga ya, me da vergüenza , no se que hacer, las posibilidades se fueron pero el entrepierna quema como el infierno, les comento cosas sucias, cochinas a mis amigas, esas otras profesoras de básica, que se ríen porque son cercanas y saben de mi secreto, alguna dice que ahora me salta la liebre, otra que tenga cuidado con el mesero que hace rato me mira, si, me miraba, porque a pesar de ser una vieja virgen de cuarenta y tantos, no me veía mal, nunca fui fea, y mientras me río sentada a la mesa y sorbiendo mas ron internamente me hago preguntas, ¿como algo tan básico y simple para todos los de mi edad, nunca pasó? ¿Que tenía yo que los espacios no se dieron? ¿Estaría enferma? ¿Algún trastorno sicológico? buscaba y buscaba dentro de mi qué estaba mal, pero no encontraba nada, y el tiempo se seguía escapando, las oportunidades se anulaban unas a otras en mi cabeza, y el alcohol sigue entrando en mis venas y se me sigue calentando este espacio hinchado que tengo debajo de la falda, entre risas y grandes carcajadas fantaseaba con el mesero, un tipo feo aunque algo joven, no me importaba, imaginaba que dentro del pantalón tenía un pedazo enorme de carne que me dejaría loca y que estaríamos toda la noche en un motel, motel que no se donde está pero que él si sabe, luego el motel era una escena muy romántica, mi mente prefería que el mesero me siguiera al baño y entrara por sorpresa y me piropeara, y yo accedía inmediatamente, fuera calzones, mis tetas al aire, tetas aún paraditas ya que no fueron deformadas por hijos mamones que te succionan la juventud, él, se bajaría los pantalones y esa masa de hombría estaría apuntándome deseosa de esto que me quema debajo, pero las dos veces que fui a vomitar al baño no pasó nada, y nada pasaría, nos dieron las cuatro de la madrugada y el mismo mesero de mis fantasías fue a avisarnos que estaban cerrando el local, ni siquiera me miró.

Todas partieron una a una, la primera estaba muy mal y por eso tomó el primer taxi, su marido se enojaría pero eso no evitaría que en un futuro cercano se la metiera pensaba yo, las otras tres se fueron juntas porque viven cerca, lo que es yo, vivía al otro extremo de la ciudad, casi donde esta termina, el taxi llegó y frenó frente a mi, dentro estaba oscuro y no pude ver bien al conductor, tampoco me di cuenta que me senté en el asiento del copiloto y no atrás como acostumbro, pero no importaba mucho ya que muchas acciones no importan en el estado que me encontraba…

- Estuvo bueno el carrete-

- Si...pero no tanto jaja-

- ¿Dónde?-

- Al final de la avenida Cicardinni-

- Lejos, tendré que pasar a cargar combustible ¿no le molesta?-

- Nop-

Las luces de las calles parecían pequeños insectos volando por el cielo negro de la ciudad, pequeñas hadas, imaginaba que alguna bajaba y me concedía algún deseo que enfriara este fuego hinchado y colorado que llevo entre las piernas, miro hacía al lado y las luces iluminan un rostro feo y desaseado, barbón con pinta de vagabundo, no hay fantasías con el chofer, prefiero imaginar que en mi casa me espera el pelado de “El Transportador” y me hace cosas que me sonrojan, miro por la ventana y desconozco el paisaje que veo, calles por las que nunca he estado, eso me asusta un poco, vuelvo a mirar al conductor pero este hace caso omiso de mi mirada, dentro de tanta oscuridad y pasajes tenebrosos logro ver una luz cercana, el tipo se estaciona y baja del taxi, conversa con el tipo de la gasolinera quien tiene el mismo aspecto de desaseado que el chofer, ambos conversan y miran en mi dirección, no se de que hablan pero algo traman, me miran y sonríen con aspecto amenazador, esto me asusta un poco, logro escuchar las palabras “cerro”, “oscuro”, “violación”. El tipo vuelve a subir al auto y partimos, tengo miedo, mi corazón se acelera, quiero abrir la boca para preguntar donde me lleva pero no puedo hacerlo, frente al camino puedo ver un cerro contrastando con lo poco que la luna ilumina el cielo, mis manos se aprietan entre si, las oculto entre mis muslos como si eso ayudara en algo, no sé que hacer, el vehículo comienza a subir, las hadas que alumbraban el camino con su vuelo quedaban atrás, todo está negro, mi corazón acelera mas pero distinto, no parece ser miedo, mis manos se aprietan mas pero tampoco parece ser miedo, se aprietan contra mi cuerpo, mis dedos comienzan a frotarse contra la falda, algo en mi se humedece con el calor del infierno que llevo en el sexo, debe ser la borrachera, el descontrol, quiero que el vehiculo se detenga ya, que este tipo feo y sucio frene para cometer el crimen que vino a cometer, no me importa ser la portada del diario de mañana, “profesora es encontrada muerta en cerro de la ciudad”, eso no importa, quiero que apague este fuego, quiero que pare y que me meta ese pedazo cochino de mugre que lleva desde que nació varón, quiero que me lo meta en la “concha” como dice la María, que me la “chupe” como dice la Jacqueline, que me la meta “por detrás” como dice la Ana que es mas rico, pero que lo haga ya, esta es la única oportunidad que tengo de tener un hombre entre las piernas, la última oportunidad, estamos justo en la cima del cerro, del otro lado puedo ver las luces de la cuidad, el taxi sigue avanzando, reconozco de lejos una pequeña casa blanca, el automóvil se dirige directo hacia ella, el vehiculo frena, el tipo dice “pasar por ese cerro es una violación a la ley, pero llegamos mas rápido a su casa”, le pagué, me bajé, él se fue, abrí la puerta de mi casa y antes de lograr entrar caí al suelo de rodillas llorando, al día siguiente me volví alcohólica.

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