lunes, abril 19, 2010

¿Irónico o no? (Juguetes en su caja)

¿Cómo empezar? Quizás por el comienzo, pero como no sé bien ni donde ni cuando comenzaron mis no tan extrañas adicciones, empezaré por aquel día en que descubrí la verdad, tal vez la verdad mas esperada por mi, acerca de esto que solía llamar mi no tan llamativa… vida.

Llegaba un día temprano desde el trabajo, lo cual no quiere decir, que yo sea uno de esos maridos perfectos, no, según mi parecer todo lo contrario, pero me apuraba siempre para llegar temprano a casa, y también cada vez que debía dejar sola a mi pareja en mi hogar, lo extraño era que mis manos sudaban por todo el tiempo que me tomara regresar, y en mi mente siempre me asechaba el mismo pensamiento, tal como en aquel día.

Apresuraba mis pasos con miedo, con miedo de ser descubierto, de que en ese preciso momento la limpieza compulsiva de mi mujer hubiera alcanzado aquel sector por el temor protegido, aquel rincón de la casa en donde se esconde mi lado mas oscuro, aquel sector que es parte de mi cotidiano existir y el que quisiera erradicar para siempre y así poder tener una vida “normal”, una vida “sana”.

A pocos pasos de mi casa, mi pulso se aceleraba como siempre y una mano en mi bolsillo buscaba resbaladizamente las llaves del antejardín, mientras que la otra sujetaba el portafolio de la oficina.

Una vez abierta la reja, mi frente era campo de diversión para suicidas gotas de sudor.

¿Nerviosismo? Puedo asegurar que lo era.

Ya ad portas de mi hogar, una vez cursado el corto pasillo del ante jardín hasta la entrada principal, creo escuchar un ruido que provenía desde dentro de la casa, así que posé delicadamente mi oído en aquella gran puerta de madera para calmar mis dudas, pero, estas se acrecentaron, ¿eran esos ruidos lo que yo creía?, ¿había sido descubierto?, ¿habían llegado las suaves manos de mi esposa hasta aquel rincón en la bodega tras muebles viejos y cajas de objetos sin uso y recuerdos del pasado?, ¿ habían llegado los bellos ojos almendrados de mi mujer a divisar aquella caja color marrón en la que ocultaba lo que yo creía era el lado más oscuro de mi vida?, y de ser así, ¿serian ciertas mis suposiciones?, ¿estaría el contenido de aquella caja color marrón siendo reproducido?, ¿seria eso lo que escuchaba desde la puerta?.

A mi parecer, aún afuera, el ruido provenía desde el estudio, así que rodee la casa por la izquierda, para espiar por la ventana el lugar de mi hogar en donde yo hacía la mayor parte de las tareas laborales que me acompañaban en el portafolio, tareas que llevaba a casa precisamente para llegar mas temprano. En el corto camino, mis manos temblaban, mi corazón quería romper mi pecho y salir huyendo, no lo culpo, yo también quería correr y no darle certeza a mis pensamientos, no quería verificar si era cierto que mi amada esposa había encontrado mi más oculto secreto.

Sudo mucho saben, mis manos y mi cara, mi espalda y mi cuello, estaban empapados.

A medio camino, el cual no tenía mas de unos diez metros, creí dar por cierto mis suposiciones, el ruido ya era bastante claro, mi esposa me había descubierto, y ahora tendría que darle una explicación, pero ¿Cómo explicarle a tu esposa que eres adicto a algo que ella creía, según acotaciones en mas de alguna conversación, tan aberrante?

Mi mente voló por un rato en imaginarias conversaciones que se tornaban rápidamente discusiones, discusiones en las que mi esposa me gritaba y reclamaba la existencia de aquella caja color marrón, lloraba ella mientras me preguntaba si alguna vez quise cumplir o si concretamente cumplí en algún otro lugar alguna de las escenas que aparecen en aquellos videos ocultos en la caja color marrón, videos que claramente despertarían ciertas fantasías en mi, ciertas perversiones y quien sabe que otras cosas. Luego de las imaginarias discusiones, en mi mente, era abandonado por mi amada mujer, ella se iba a vivir con una de sus hermanas y pronto me pedía el divorcio. Me complicaba en mi cabeza tratando de explicarle a mi conyugue que de verdad la amaba, pero después pensé que quizás el amor sea lo mas difícil de explicar.

Luego, hundido en una dolorosa angustia provocada por este imaginario futuro, decidí seguir caminando y ver por la ventana la actitud de mi esposa ante lo que yo creía ella percibía como mera abominación.

Con pasos temblorosos, húmedas manos y una angustiante opresión en el pecho llegué a posarme sobre el pasto, por debajo de la ventana del estudio la cual daba al patio, y ya en ese punto cuando mis dudas se habían concretado por completo, dado que, lo que en ese momento escuchaba eran claramente melodías orquestadas por el acto sexual, mi fanatismo y clara adicción a la pornografía aún no podían reconocer cual de todos los videos habrían escogido al azar los finos dedos de mi esposa, así que me dispuse a erguir el cuerpo para espiar por la ventana, pero esto se me dificultó un poco debido a mis temblorosas rodillas, hasta que alcancé la ventana y logré reconocer a mi esposa, seguido a eso mis rodillas perdieron su fuerza por completo y caí al piso, sorprendido.

Mi confusión era inmensa.

Mi confusión, redundantemente, me confundía.

Mis dudas crecían cada milisegundo, se amontonaban hirientes en mi cabeza y nublaban mi sano juicio, me presionaban a actuar se alguna manera y aún así mi cuerpo era incapaz de moverse.

Sin darme cuenta estaba espiando nuevamente por la ventana, el panorama me dolía, y aún así no podía dejar de verlo, los gemidos de mi esposa sonaban punzantes en mis oídos, pero solo como si fuera la más bella melodía con demasiado, demasiado volumen. La imagen frente a mi representaba mucho más de lo que siempre quise de ella, demasiado más, pero aún así cierta alegría se mezclaba con el llanto que me destrozaba el pecho, la alegría de saber que mis esperanzas de ver a mi mujer comportándose como una verdadera actriz porno en la cama no distaban mucho de la realidad, lo estaba viendo en ese mismo momento, pero, debería haber sido yo uno de los tipos que estaban sobre ella, debería haber sido yo el único tipo con ella.

Aún así, no podía dejar de espiar por la ventana del estudio, aquel estudio en donde yo hacia la mayor parte de las tareas del trabajo que llevaba hasta mi casa, aquel cómodo estudio.

Mi confusión, mis dudas, el llanto, la opresión en el pecho, mi corazón queriendo huir, el dolor, la excitación, el placer que me provocaban las imágenes en ese momento casi indescriptible, me llevaban a preguntar si acaso era yo el problema, ¿sería yo quien no podía despertar la furia sexual en mi amada esposa?.

Aquel día llegaba casi tres horas más temprano que de costumbre, así que estuve esas tres horas espiando por la ventana. Uno a uno se fueron cansando los cuatro hombres que acompañaban a mi esposa y quienes complacían sus mas sucios deseos, después de dos horas y cuarenta y cinco minutos, el ultimo ya se había ido y solo quedaba mi mujer quien limpiaba todo rápidamente para luego dirigirse al living de la casa que era en donde yo la encontraba siempre que llegaba del trabajo, sentada, leyendo el periódico y sonriente, reluciente.

Una hora después, después de haberme quedado sentado sobre el pasto bajo la ventana del estudio que da al patio, me decidí por entrar.

Mis manos buscaron resbaladizamente las llaves de aquella gran puerta de madera, y me dispuse a entrar a mi casa, y ahí estaba ella, sentada leyendo el periódico, y con una cara entre sorpresa y cierto disgusto, me preguntó porqué me había demorado tanto en el trabajo, como queriendo decir que si la hubiese llamado antes para avisarle, ella habría aprovechado mejor el tiempo, mi respuesta no la recuerdo, creo que en ese momento aún estaba choqueado.

El resto del día, fue igual que todos los días.

Ese día aprendí dos cosas, la primera es que todos podemos tener adicciones, así que de cierta manera perdoné en silencio a mi amada esposa, y la segunda es que un orgasmo puede doler tanto que parece que estuvieras muriendo, puedes sentir a la vez que el placer, como se rompen tus entrañas y se queman dentro de tu cuerpo, luego terminas por vomitar esa masa putrefacta que queda dentro de ti y no puedes evitar preguntarte si así luce tu alma.

Después de todo eso bote a la basura aquella caja color marrón junto a todo su contenido.

Hace unas semanas hablé con mi jefe quien no puso reparos en que trabajara solo desde mi casa, dijo que siempre había sido un buen empleado y que mi esposa estaría feliz de pasar todo el día conmigo, desde entonces salgo todas las mañanas de mi hogar como si fuese a la oficina, y voy a sentarme en una de las bancas de una linda plaza que hay en el lado sur de la ciudad, donde sé que mi esposa no me encontraría si se decidiera por tomar un paseo matutino.

Me siento y espero, por largas horas solo espero.

Luego de un largo esperar me dirijo a mi hogar, abro la reja del antejardín tratando de no hacer ruido, y me dirijo sigilosamente hacia el patio para espiar a mi amada esposa por la ventana del estudio.

Cotidianamente llegan entre dos y cinco hombres a visitar mi cómodo estudio, no siempre son los mismos, aunque más de algunas veces se repiten las caras que logro ver.

De alguna manera estoy contento, ahora sé que mi mujer podría cumplir con todas mis perversas fantasías sexuales, pero últimamente me he preguntado que sienten aquellos asiduos coleccionistas que no se permiten abrir el envase de los juguetes que a ellos tanto les gustan,… pero sudo mucho saben, y cada vez que estoy sobre la tibia y desnuda figura de mi amada esposa, haciendo el amor con la simpleza y cotidianeidad de siempre, el sudor se encarga de disimular mis lagrimas que caen gota a gota sobre su suave piel.

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