sábado, abril 26, 2008

EYACULANDO LAGRIMAS ROJAS


Supongo y según recuerdo nunca cuando practicaba esta actividad en mi adolescencia ni cuando la he vuelto a practicar en estos últimos meses pensé que podría llegar a ser de tal manera, pero he de suponer, en mi dilatado estado casi alucinógeno, que esto es solo resultado del previo “resto del día”, así que si gustan pueden escuchar mi confesión y quizás así pueda yo también entender como es esto posible.

Desperté de pronto, o, talvez no dormía y solo soñaba despierto, como un zombi de esos que se “levantan” a causa de químicos extraños y radioactivos en las películas de los 80`s, lo cual no se distanciaba mucho de la realidad, me levantaba pero porque los químicos en mis venas se disipaban, en fin, había que remediar eso. Me duché en cinco minutos, me vestí con la ropa que colgaba de la silla a un costado de la puerta de mi habitación, el resto estaba en el piso y regada por ahí recordándome los años en la universidad, ni hablar de afeitarme. Vodka, las píldoras que cayeron en mi mano y un cigarrillo de buen sabor, desayuno de campeones. Me dirijo a la salida y al tomar mi chaqueta del gancho de detrás de la puerta de calle me parece que algo cae de ella, pero es solo una vieja fotografía en la que aparece mi última novia, abro la puerta y ahí está, ese maldito y mugroso sol de medio día, busco en la chaqueta, ahí deberían estar, y ahí estaban los Ray-Ban, iguales a los que usaba mi padre,…puto viejo de mierda.

Las pastillas comienzan a hacer su efecto, las consigo a través de un amigo que es doctor, ni siquiera noté cuando entre en el auto, tenía pegada en la mente la imagen de la foto que deje caer. Conduzco por largo rato y el calor se hace cada vez mas insoportable, saco la cabeza por la ventana y le grito improperios a esa enorme y fea masa de fuego que me mira con mala cara desde arriba, a veces producto de las drogas o no, imagino que me responde, pero nunca logro comprender que me dice.

En la radio, suena un especial de los Doors.

Dos horas después llego al otro lado de la ciudad, aquel lado prohibido por mi familia en la adolescencia, y luego por mis amigos y el resto de la sociedad, ¿Qué digno abogado de treinta y tres años con la clase y el apellido que me han acompañado durante toda mi vida podría venir a meterse en un antro de este tipo, en este basural de gente con hambre y niños ladrones?, pues yo si, en ese cementerio nadie me conocía y a nadie le interesaba a lo que iba, o de alguna manera si les importaba, nadie con el deportivo que tengo se interna en ese pantano de roedores con rostros humanos si no va a solicitar los servicios de alguien en particular; prostitutas, farmacias ambulantes abiertas las veinticuatro horas, estafadores de toda clase y vendedores de los mas rebuscados artículos, estos últimos se me acercan primero al bajarme del auto para ofrecerme piezas y repuestos de primera para mi vehículo, todo lo que usted necesite yo se lo puedo traer, dicen, pero yo iba a buscar a las primeras en la lista, aunque el servicio lo podría haber conseguido fácilmente con una telefoneada desde mi casa; bellas chicas, de primer nivel y muy bien educadas, pero lo que a mi me interesaba era la tortura, y no hablo de sadomasoquismo, eso también lo podría conseguir por teléfono desde mi casa, lo que andaba buscando, y que he conseguido en estos pasados meses es hacerme sufrir a mi mismo, de alguna manera me culpo por algo que quizás ya no recuerdo entre tanta droga y alcohol, así que me borro todo el día dopado y cuando necesito algo obtengo lo peor que pueda conseguir y lo que mas pueda dañarme, así que fijo mi vista en aquella vieja delgada con la piel pegada a los huesos, con expresión ida y cabello sucio, allí también podía encontrar putas jóvenes y bellas y a los respectivos proxenetas que las manejan, pero ya explique que esa no es la gracia.

Me hacen pasar a un baño público dentro de una especie de feria, la cual a pesar de tener espacio para abarcar muchos almacenes, solo constaba con un par de verdulerías y una especie de oficina en la que afuera un hombre gordo y grande me miraba con fea cara. Una vez dentro del baño, mientras que mis ojos en el piso examinaban los restos de fecas humanas que decoraban incluso las paredes, la dama me pregunta que es lo que quiero, y a la vez me pregunto a mi mismo que otra cosa podría querer yo de una puta, en ese momento y después de darme cuenta que a la señora que parecía de unos sesenta años le faltaban las dos corridas de dientes frontales, los de arriba y los de abajo, me acorde de la ultima vez que había tenido sexo con alguien y que claro, uno puede hacer muchas cosas “sobre una cama”, así que con mi vocabulario de alta sociedad le pregunté por el valor de un “fellatio” a lo que ella contrajo los músculos de la cara haciendo una extraña mueca con la cual parecía un reloj pintado por Dalí siendo derretido por el paso del maldito tiempo, y, me dijo con tono de incertidumbre que no hacia cosas raras, así que después de explicarle, y saber el precio exacto del “servicio” me hace entrar a una de las casetas y sierra la puerta detrás de ella, me apoya en la pared por sobre el escusado quedando yo con este entre las piernas y ella se agacha frente a mi, me abre el pantalón, correa, botón y cierre, por ultimo los “bóxer” caros que de seguro ella no volverá a ver nunca en su miserable puta vida.

Saco de mi bolsillo un par de píldoras que trago con dificultad, enciendo otro cigarrillo, miro hacia abajo y veo primero su cabello sucio, luego como engulle mi miembro afirmándolo con una mano y con la otra afirmando mis bolas, mas allá entre mis pies el escusado lleno de mierda y unas cosas blancas como si alguien hubiera vomitado recientemente, imágenes comienzan a atravesar mi cabeza, el mareo ayuda un poco, vuelco la mirada hacia abajo y una agota de saliva cae en el excremento dejado por personas que talvez valgan mas que yo, en mi mente se repite la imagen de la gota de saliva una y otra vez, se atraviesan un par de recuerdos y luego quiero llorar, el fluorescente en el techo que no deja de parpadear ayuda un poco a la síntesis de mi estado, mi cabeza se siente mas grande y después el olor a putrefacción pareciera mas alto, el mundo comienza a girar y cuando miro hacia abajo, ahí estaba ella, María, con su cabello corto y castaño, su pequeña nariz y esos grandes ojos verdes, sus labios delgados son atravesados por mi hombría y las paredes de aquella caseta y sus garabatos hechos por artistas sin descubrir que yacen tirados en masas fecales igual que mi alma, desaparecieron junto al sufrimiento en mi pecho, en ese momento, con ella, estaba a punto de tocar el cielo, así que volví a mirar otra vez hacia abajo, ahora María lucia enojada, me muerde con fuerza, sangro, la golpeo con violencia, tanta que pierde toda la corrida de dientes frontales, los de arriba y los de abajo, la tomo por el cuello y le grito en la cara que todo esto es su culpa, meto su cabeza en la mierda del escusado que es donde pienso que debería estar, le sigo gritando que se muera, que se muera otra vez.

Luego me veo corriendo, mi cabeza sangraba del golpe que me dio el hombre gordo y grande que me miraba con fea cara, creo que usó un fierro o algo así para hacerlo,… para golpearme.

Llegué a mi auto, el que seguía intacto lo cual es raro en ese sitio, arranqué el motor y presioné el acelerador a fondo, pronto estaba fuera del lado sucio de la ciudad, un par de píldoras, la botella de vodka que estaba debajo del asiento del copiloto, otro cigarrillo que tiritando se rehúsa a ser encendido, otros cuantos cigarrillos, y todo parecía mas tranquilo.

Dos horas más tarde ya estaba por llegar a mi casa, el sol a lo lejos cerca de esconderse seguía murmurando cosas ininteligibles para mi golpeada y drogada cabeza.

Ya estaba oscuro y no se cuanto tiempo pasó desde que llegué a casa hasta que me decidí por abrir la puerta, entré, una vieja foto de una mujer muy linda, de cabello corto y castaño yacía en el piso, pero no logré reconocer el rostro, a alguien se le debe haber caído, llegué hasta el fondo de la casa, hasta mi habitación. Me duché en cinco minutos, ni hablar de afeitarme. Vodka, las píldoras que cayeron en mi mano y un cigarrillo de buen sabor, cena de campeones, después de eso me tendí en mi cama y un extraño deseo me inundó, repentinamente necesitaba una mujer, y recordé aquellos tiempos en que al sexo le llamaba hacer el amor, pero la palabra amor me pareció lejana.

Desnudo y en mi cama mis manos comenzaron a trabajar solas, el techo y la paredes parecieron moverse, señal de que las píldoras comenzaban a hacer su efecto, sin saber de tiempo pronto tuve la sensación de orgasmo, miré hacia abajo y todo frente a mi se mezclaba ante mis ojos vidriosos de tantas lagrimas que poco me dejaban ver, a mi alucinógeno parecer eyaculaba lagrimas, y lagrimas rojas ya que mis manos estaban manchadas del sanguíneo color a causa de las heridas en mis muñecas, pero no se preocupen, no eran profundas,…es que soy muy cobarde para suicidarme.

SIN TITULO




Just turn up the volume

Y comienza el encierro sin paredes

Propio aislamiento perceptivo,

Ellos gritan por mi,

Maybe they kill for me too,

Lloran y bailan por mi,

Filosofean por mi,

¿Yo?

Yo solo camino

Y balanceo las bolsas de la compra matutina,

Mis manos se ahorran

Es calido sudor color roja rosa,

Sanguíneo vomito mental,

Me ahorran el dolor,

Voces en alto vuelo me llevan,

How can you feel this moment?

Ella pregunta en suave tono,

Tic-tac tic-tac,

Mi arritmia cardiaca cesa

Un par de minutos

O por unos minutos pares,

Sigue el encierro

Entre estos cuatro

Cuartos

Vuelo

Lejos

Ellos me llevan

El resto no existe.